Esperan ansiosos la Nochebuena. Planifican la fiesta. Eligen la comida y la bebida. Hacen el listado de regalos. Y buscan la ropa ideal para lucirse. La Navidad es una de las fechas más celebradas por los tucumanos desde hace muchos años. Sin embargo, desde hace algún tiempo se fueron transformando los modos de festejar.
Un estudio publicado ayer muestra que a la hora de definir qué es lo que les atrae de esta fiesta, la espiritualidad pierde fuerza. Se destacan más los aspectos festivos por sobre los religiosos. La Navidad es, sin dudas, una gran razón para reunirse con seres queridos, revela el informe realizado en noviembre en toda la Argentina por la consultora TNS Gallup.
¿Regalos o aspectos religiosos? Las respuestas están divididas: cerca de la mitad elige los presentes (46%) y una proporción similar elige los aspectos religiosos que se celebran en Navidad (44%).
Para la gran mayoría, es una época importante para la familia. A la hora de definir qué es lo que más se espera de la Navidad, el 75% menciona la oportunidad de reunirse con gente querida. Muy por detrás aparecen los aspectos religiosos y los regalos. Y dos de cada 10 argentinos indican que lo más esperado de esta fecha es la conmemoración del nacimiento de Jesucristo.
Los resultados de este estudio son fáciles de identificar en los relatos de quienes tienen varias Navidades en sus recuerdos. Hasta hace cuatro o cinco décadas quien traía los regalos no era "Papá Noel" ni mucho menos "Santa Claus". Era el Niño Dios. Los festejos arrancaban después de la Misa de Gallo, a la medianoche. Y muchas veces las celebraciones se desarrollaban en las calles, entre familias, vecinos y amigos.
"En mi infancia la vivencia de la Navidad estaba muy marcada por la idea del Niño Dios. Mi madre se encargaba de preparar el arbolito, pero fundamentalmente el pesebre que era el signo más preciso de la fiesta", recuerda el padre Marcelo Barrionuevo, vicario de la Fe y la Cultura del Arzobispado.
La prioridad que tenían los pesebres en las viviendas del antiguo Tucumán queda en evidencia en un artículo escrito por el reconocido historiador Carlos Páez de la Torre (h), en el cual habla sobre la vida de José Agustín Molina, a quien describe como "El Obispo de las Navidades". Destaca la especialización del obispo en componer versos y cantos para que los niños tucumanos recitaran en Navidad, a comienzos del siglo XIX.
"Era de rigor que los niños fueran de recorrida por las casas para mirar qué novedades se registraban cada año en el arreglo del pesebre", especifica Páez de la Torre (h).
Hasta no hace mucho los regalos no tenían la importancia que se les da hoy. "Los obsequios eran cosa de los Reyes Magos y sólo llegaban para los niños de las casas", recuerda Ofelia Caamiña, de 79 años. Tampoco había grandes comilonas y la Misa de Gallo "era sagrada", cuenta. Pero no reniega de los cambios. "Cada generación disfruta a su manera. No se puede comparar", sostiene esta vecina de Barrio Norte. Carmina Varela, de 38 años, repasa su infancia y lo que más recuerda es la puerta de su casa abierta en Navidad para festejar en la calle, adonde todo el vecindario salía a bailar y divertirse. "Era algo mágico. Pienso que no ha dejado de ser la gran fiesta del año. Pero se fue perdiendo el valor de los rituales. Y ahora se celebra a puertas cerradas; es un festejo más íntimo y más marcado por la cuestión comercial, del regalo", sostiene la psicóloga y madre de dos niños.
"Creo que la naturaleza de la fiesta de Navidad no cambio. Lo que sí cambió fue la invasión del lenguaje del consumo relacionado a esta fiesta. No se puede negar la influencia de un concepto cada vez más comercial que religioso de la celebración navideña. Hay que procurar no perder que lo que celebramos es el nacimiento de Jesús", concluye el padre Marcelo Barrionuevo.
Lo que esperan de la Navidad
El 21% quiere que haya buen humor durante los festejos de la Navidad. El 17% admite que espera ansiosamente los regalos: este deseo se hace sentir más entre los porteños que entre los habitantes del interior del país. Los obsequios despiertan más interés entre las mujeres. A ellas, a diferencia de los varones, les gusta más dar que recibir.
Lo que nos gusta que haya en la mesa
El 17% de los encuestados espera comer rico en la noche de Navidad. ¿Mesa fría o mesa caliente? Las opiniones están divididas: el 48% elige arrollados, ensaladas, tartas y
fiambres, mientras que el 44% se inclina por una mesa humeante y llena de platos calientes. El 62% prefiere el pan dulce y el 29% el turrón.
Sidra vs champagne
No hay dudas: la sidra saca ventaja, elegida por el 68% de los argentinos contra un 22% que prefiere las burbujas francesas. Pero ojo, esta elección no es unánime en todos los segmentos. En los niveles altos, casi no aparece la sidra. Aunque la mayoría de los jóvenes opten por esta bebida, la proporción de ellos que elige champagne es mayor a la de los mayores de 65 años.
¿Dar o recibir?
Ocho de cada 10 argentinos prefiere dar que recibir. Son los residentes del interior del país quienes se muestran más dadivosos. Los jóvenes están en el grupo de los que más eligen la alternativa de "recibir". El 80% de los encuestados identifica a la Navidad como una época para dar y al 70% no le preocupa lo que gastará en la fecha.
La fe, los regalos y los conflictos
¿Qué es lo que más ansían quienes esperan ávidamente la Navidad? La conmemoración de Jesucristo y los regalos, cobran un mayor peso a la hora de definir lo que más los motiva de estas fiestas. Además, entre quienes ansían que llegue la Navidad, el 85% cree que esta es una buena época para resolver conflictos familiares.
Adeptos al festejo
La gran mayoría de los argentinos (el 95%) festeja la Navidad. Cinco de cada 10 espera esta fecha ansiosamente. Los adeptos a la Navidad son bastante claros: el 53% de las mujeres versus el 43% de los hombres, el 58% de los jóvenes versus el 49% de los mayores. También los porteños se muestran más ávidos que el resto de los habitantes del país.